Que desde el área público se aborde la eterna cuestión de si hay suficientes hombres en Rusia es la más reciente señal de lo complejo que es el sendero de laliberación de la mujer en varios territorios de la vieja URSS. "Soportamos la presión de cualquier sitio capitalista por tener un trabajo preparado y ser competitivas, pero a la vez la familia y el ámbito presionan para que tengamos hijos; para eso requerimos hombres, y además de que hay pocos no nos vale alguno, desde luego", enseña Lena, de 35 años, una ejecutiva de un canal de tv que conduce un coche de clase alta, veranea en islas tropicales y sigue soltera. Las extensas libertades de las que goza su generación aún tienen que acomodarse en una sociedad que todavía es muy clásico, estableciendo permisos diferenciados para ellos y ellas.
Este pintoresco servicio de maridos por horas está dirigido a quienes por el momento no tienen a su marido a su lado.
Pero el aviso además se ocupa de otras más adolescentes. Y lo hace con un desparpajo perturbador: "Eres una mujer hermosa con una manicura increíble que te hiciste ayer mismo, no estás preparada para vértelas con una ruidosa y vibrante taladradora, nosotros venimos al salve".
Este estereotipo cobra vida con crudeza todos los días en las localidades rusas: mujeres empujando el carrito del autoservicio con tacones inviábles, minifaldas a 25 grados bajo cero, salones de hermosura en cada calle y detalles estéticos generalizados antes de cumplir los 30 años. En Rusia una mujer es su apariencia, con varios menos matices que en Europa. El sexismo se manifiesta sin críticas ni pudor alguno. El último año Rusia seleccionó a seis mujeres astronauta para recrear las condiciones de aislamiento de una base lunar. En la exhibición su jefe mencionó que suponía un "ensayo atrayente" y que "tal vez" no serían "peores que los hombres".
El director de las instalaciones confió en que "no habría conflictos, más allá de que siempre dicen que en una sola cocina dos amas de casa no tienen la posibilidad de convivir". Remató la jugada la prensa; les preguntaron -entre otras cosas- cómo iban a subsistir ocho días sin maquillaje, sin champú y sin hombres. Por fin las seleccionadas fruncieron el ceño, para deleite de los programas de enfrentamiento. La parte más amarga de esta sexualización llega cuando la mujer ya no es considerada joven y es minusvalorada, en tanto que en la situacion de los hombres se sigue acatando su posición y vivencia.
La autora Helena Goscilo piensa que en Rusia el desarrollo de esta "devaluación de género" comenzó solo tras la caída de la Unión Soviética, ya que con el comunismo pervivían construcciones jerárquicas que concedían más grande autoridad a la gente de más edad. La transición al capitalismo "cosificó el cuerpo femenino y 'desempoderó' a la mujer rusa".
